sábado, 6 de septiembre de 2008

LA INFLUENCIA DE LA ESCUELA Y SU ENTORNO (CONCLUSIÓN EN EQUIPOS)

Indudablemente los factores externos que rodean una escuela influyen en el trabajo que se realiza dentro del aula.
Por lo general estos factores siempre afectan de manera negativa, por ejemplo: el ruido que se escucha ya sea por autos, música, fábricas u otros establecimientos que lo generan en grandes cantidades, esto no permite una concentración adecuada en las clases, perdiendo con facilidad la atención a lo que se pretende enseñar. Lo anterior se debe al lugar de ubicación en que se encuentra la escuela como las que están en un lugar céntrico donde el tráfico no para de escucharse o aquellas que se encuentran cerca de alguna fábrica o alguna otra empresa.

Las tradiciones, costumbres o inclinaciones que muestra la gente que rodea la institución repercute en el sentido de lo que para ella significa la escuela, según como se tome es como se tratará, algunas personas lo pueden ver como un medio para salir de la pobreza (zonas rurales) u otros para dejar a sus hijos porque en realidad ya no los toleran (guardería).

Los problemas familiares son uno de los principales factores que perjudican el desempeño de los niños en el aula, la imagen de la familia es esencial para su pleno desarrollo pues es donde inicia su formación como miembros de una sociedad.

En conjunto con los problemas familiares están los económicos que también van de la mano con los de salud, es decir, los de alimentación. Una frase muy conocida dice “Con hambre ni las letras entran”, así que es fundamental que el lugar o mejor dicho el núcleo de su formación (familia) este lo más equilibrado, no son necesarios los lujos, pero si un espacio donde el niño pueda disfrutar su etapa (juegos, amigos, salud, vida digna, amor, cariño y comprensión).

Otras de las cosas importantes que se tienen que tomar en cuenta para que un educando logre su máximo desarrollo tanto físico, cognitivo y mental son las condiciones del espacio donde se desenvuelve (aula). En varios libros se nos menciona que características tiene que tener para que ésta sea aprovechada a lo máximo como: iluminación que permite al niño observar con mayor claridad las cosas, ventilación que es lo que hace funcionar nuestro cerebro pues por el pasa el oxígeno para mantenernos atentos, los metros cuadrados que debe abarcar el niño para que circule con total libertad, la creación de un diseño acogedor, como los arreglos, el mobiliario, trabajos de los niños y otros materiales que motiven el aprendizaje de los pequeños etc.…

Así se pueden mencionar muchos requisitos que debe tener el aula, pero que pasa cuando como salón de clase tenemos algunos botes como sillas y pequeños trozos de madera como mesa y peor aún, clase al aire libre donde no hay ni techo, ni puedes colgar algún papel bond con conceptos o dibujos.

Para esto la creatividad y el ingenio del docente preparado que cumple con su perfil de egreso que nos dice en el punto que se refiere al caso de: Capacidad de percepción y respuesta a las condiciones sociales del entorno en la escuela.

Aquí el maestro debe tratar de cubrir esas necesidades que se le están presentando ¿Cómo?, como pueda, porque ser maestro no es seguir un recetario que nos diga como hacerlo, con vocación y ganas de atravesar cualquier obstáculo todo se puede.

“No te detengas si por pizarrón tienes un trozo de madera, porque con humanidad y esfuerzo harás que ese trozo se convierta en el pizarrón con la más alta tecnología”

“EL TACTO PEDAGÓGICO VA MÁS HAYA DE UNA SIMPLE ORIENTACIÓN”

Desde el inicio de esta carrera se nos ha estado diciendo que para ser maestros con una total formación debemos desarrollar múltiples habilidades como la observación la cual yo considero que es una de las más importantes.

Observar no significa sólo utilizar el sentido de la vista sino que también abarca otros más como lo son: el oído y el tacto. Aunque para muchos parezca ridículo e inusual para mi y para mi carrera que esta basada en la humanidad el sentidos de la vista me gustaría acompañarlo con la palabra corazón, porque observar con el corazón no sólo es detectar caritas tristes, golpes morados, ojitos que reflejan un inmenso vacío y soledad sino que con esa visión tú te haces parte de ese sufrimiento y te pones en los zapatos de ese pequeño (a).

La observación con el corazón, el oído para escuchar las penas de tantos niños que aclaman ayuda y el tacto que permite comunicar piel a piel el sufrimiento es a lo que yo llamo: “Tacto pedagógico”, es verdad que el autor de esta lectura lo llama: Orientación consistente en cuanto a la forma de ser y actuar con los niños, Van Manen (1986), pero lo que yo creo es que no es una simple orientación hacia el niño sino que esto implica intervenir en lo que sea necesario para que el niño se desarrolle con un total bienestar tanto físico como mental.

En el párrafo anterior mencione que debemos involucrarnos para el bien del pupilo pero también debemos saber en que momento dejar que pasen las cosas, darle oportunidad al niño que resuelva sus problemas y se desarrolle así su autonomía y control de sus actos.

El tacto pedagógico engloba muchos factores que ayudan a detectar que es lo que pasa con nuestros alumnos como lo es: la comunicación, el diálogo, la confianza, la seguridad, la improvisación, el espacio que le corresponde al pequeño, la comprensión, el cariño, el ambiente del aula, el trabajar con el ejemplo, el interés et. Pero eso no le corresponde al niño sino al maestro porque: El niño no es el que tiene que ir hasta el profesor sino el profesor a él, Van Manen (1986).

Fueron muchas de las cosas que me gustaron de esta lectura tan rica en estrategias y tan sabia porque esta basada en ejemplos que si se pueden suscitar en una escuela primaria, aunque si me hubiera gustado que el concepto específico de Tacto Pedagógico lo marcaran de manera que sensibilizara aún más para atraer al l lector e invitar a que siguiera leyendo. Aunque en realidad lo que importa es en su contenido y en el mensaje que nos deja.

Muchas de las cosas que en ambas lecturas nos marcan ya las sabía como; la importancia de una estrecha comunicación con los niños, el ambiente acogedor donde se muestre confianza y seguridad entre ambos actores maestro-alumno, el espacio que necesita el niño para desenvolverse y crear su autonomía etc. Sin embargo sólo las sabía como simples conceptos y no basados en ejemplos tan reales como en estas lecturas nos lo enseñan., así eso que ya entendía se compacto con ejemplos que si bien es cierto no e pasado aún por todos ellos, pero que si me ayudaron a imaginar lo que depara en algunos años más.

Son muchas las formas en las que puedo aplicar este Tacto Pedagógico, pero como lo mencionaba al inicio de mi escrito todo inicia con la observación o quizás con un examen de diagnóstico pero no sólo de lo poco y mucho que saben en cuanto a lo académico sino a su vida, preguntas inclinadas a su personalidad a lo que les gusta hacer, referentes también a la familia, amigos, vecinos todos esos factores que pueden influir en su desempeño. Muchos creerán que ésto es pérdida de tiempo pero lo que no saben es que ese pequeño examen puede ayudarnos a saber lo que esta pasando detrás de esas cuatro paredes (aula) y que afectan el desenvolvimiento pleno del educando. Ya después propiciar un ambiente cálido de confianza donde el niño sin motivo de obligación platique que es lo que le sucede o incomoda, tratar de ayudarlos sin evidenciarlos o etiquetarlos, saber hasta donde tenemos que intervenir, escucharlos y nunca ignorarlos y ya por último nunca olvidar esta frase que dice:
“Esta carrera que elegimos esta basada en el servicio para la humanidad, que llueva o truene siempre seremos maestros y que lo primero es ayudar a nuestros semejantes, teniendo en cuenta que nuestros niños son como un pilar en construcción que piden a gritos nuestra ayuda para llegar a la cima y que si les damos la espalda ese pilar sólo se transformará en grandes pedazos de escombro”

Autor: Blanca J. González
BIBLIOGRAFÍA:
VAN MANEN, Max (1991): El tacto en la enseñanza. El significado de la sensibilidad pedagógica. Barcelona. Ed. Paidós, 1998.
“El tacto Pedagógico”, pág. 159 -192 y “El Tacto y la Enseñanza”, pág. 193 -214.